Uno de los principales quebraderos de cabeza de cualquier arrendador son los habituales incumplimientos en el pago de algunos arrendatarios. A la imposibilidad de recuperar las mensualidades impagadas y los daños ocasionados en el inmueble, se unen en ocasiones los adelantos de gastos jurídicos y las molestias relacionadas con una reclamación judicial, y muy especialmente cuando el arrendatario o sus fiadores son declarados insolventes.
La solución para evitar estos problemas, cada vez más frecuentes desde la última crisis económica, es la contratación de un seguro de impago de alquiler
¿Para qué contratar un seguro de impago de alquiler?
El seguro de impago de alquiler es una póliza que cubre todos los costes de la defensa jurídica del propietario, las mensualidades de alquiler impagadas, así como los gastos de servicios (agua, luz, teléfono, comunidad) pendientes de pago. Si el arrendador lo desea, es posible incluir además los posibles desperfectos causados por los inquilinos en el local o vivienda.
Contratar un seguro de impago de alquiler es un trámite sencillo, que no implica mayores exigencias que la contratación de un simple seguro de vivienda. No obstante, sí hay dos puntos que el arrendador debe tener muy en cuenta, sin los que no podrá acceder a este tipo de seguro: un estudio de solvencia y la duración del contrato de alquiler. Por otra parte, es recomendable contar con una aseguradora experta en propiedades, como Mutua de Propietarios.
Expertos en protección de las propiedades inmobiliarias
Con Mutua de Propietarios tu propiedad estará completamente segura y protegida. Sea cual sea el tipo de inmueble que necesites asegurar, en esta agencia encontrarás la solución adecuada a tus necesidades. Contar con un seguro que cubra tus propiedades e, incluso, la comunidad de vecinos de tu vivienda es una garantía de tranquilidad y estabilidad. De esto son conscientes en esta empresa con una larga trayectoria en el sector de los seguros, que cuenta con los mejores asesores expertos y profesionales, que encontrarán todos los servicios necesarios para tu tranquilidad.
En su página web podrás encontrar una extensa carta de seguros, coberturas y planes, que se adaptarán tu tipo de propiedad y situación. Además, ofrecen una amplia carta de servicios que podrás contratar siempre que necesites, como análisis técnicos de tu edificio, inspecciones técnicas de edificaciones, análisis de facturación eléctrica…
¿Cómo contratar un seguro de impago de alquiler?
Antes de contratar estos servicios, la compañía aseguradora realizará un estudio previo de solvencia del inquilino, para lo que debe aportarse la documentación que certifique los ingresos económicos del mismo. Una vez conocida la solvencia del arrendatario o sus fiadores, este seguro cubrirá la totalidad de la renta, siempre que esta no sea superior al 45 % de los ingresos justificados por el posible inquilino.
A continuación, la entidad aseguradora precisará conocer la duración del contrato de alquiler, pues la cuantía mensual del seguro variará según la vigencia prevista del contrato. Un aspecto a tener en cuenta es que no es posible contratar este seguro para arrendamientos temporales ni de viviendas vacacionales, ya que las compañías de seguros establecen para este tipo de seguro que la duración del contrato ha de ser igual o superior a 12 meses.
Contratar un seguro de alquiler no supone un coste elevado. Por ejemplo, para un piso alquilado por 500 euros mensuales, el coste del seguro se sitúa en torno a unos 260 euros anuales, lo que supone tan solo 22 euros al mes. De hecho, es una cantidad tan baja que podría incluso sumarse al precio del alquiler, sin alterarlo de forma significativa.
¿Cuáles son los beneficios de contrartar un seguro de impago de alquiler?
La seguridad de saber que, pase lo que pase, cobrará el importe íntegro de las rentas comprometidas con el inquilino, incluso si el inquilino ha dejado de pagar, pero aún continúa ocupando la vivienda.
La comodidad de disponer de una cobertura jurídica completa y del asesoramiento de un equipo profesional y experto
Y finalmente, la evitación de una circunstancia que, por desgracia, cada vez es más frecuente: afrontar los cuantiosos gastos ocasionados por la reparación de los daños causados de forma dolosa e intencional por un arrendatario desahuciado.
